1614, enero, 27. Londres.
Meu señor verdadeiro:
Duas cartas tenho de vosa merçé de dez de novenbro
y de onse de decembre, porque veijo as suas maos moitas e infinitas veçes.
Mucho me consuela vuestra merçed con deçirme que
andan casi acontecidos los çensurinos, assy como es dicha tener por amigos a
los buenos, lo es no sello de los malos. La vejez y el desengaño <ánme
puesto> ia en estado que sólo el morir como cristiano y como fidalgo gallego
deseo, y juro a vuestra merçed, señor mío, que pienso que no ay monasterio de
cartujos donde se aprenda lo que ay, porque se vee lo bueno y lo malo, aunque
tan disiguales en número como en todo lo demás; y assí digo muchas veces a mi
gente que avían de venir aquí los hombres para sólo aborreçer la heregía,
viendo sus torpeças y desatinos, y tan descontentos a los que la siguen, llenos
y abundantes de todo lo de la tierra; y por otra parte, ver a los verdaderos
católicos llenos de persucoçión y de trabajos tan alegres y consolados, que
çierto edifica y enseña lo que puede la verdad. Y de aquí verá vuestra merçed,
particularmente por los despachos que embío, que son arto largos; pero las
materias son tales, que pareçe forçoso deçirlas con sus calidades y
circunstançias para que se entiendan mejor, y assy lo largo es todo lo que
sobra y se puede escurar. El conde de Fuentes diçen que deçía muy de ordinario:
“Por vida de Dios que no sabe el hombre quál es lo mejor y menos el
juramento". Yo digo lo mismo, y que trabajamos aquí y que deseamos açertar
y caminar azia adelante con las tripas en las manos. Salir de aquí presto
confiesso a vuestra merçed que lo deseo por muchas raçones, pero no me atrevo a
hablar en ello más que yendo assy cortésmente disponiendo la materia, porque
como he comenzado tarde esta carrera, he menester darme prissa para volver al
puerto antes que aia anocheçido.
Alégrome
con vuestra merçed de que my señora la condessa de Lemos está ia buena; guárdenosla
Dios que, por quien es, y por lo mismo que su exçelençia dixo a vuestra merçed
que le deseaban todos la salud, se la devemos desear. Y doña Costança y yo la
hizimos encomendar aquí a Dios, muy en particular, quando supimos que estava
tan mala en Lerma.
Pésame en
el alma de los dolores y persecuçión del conde de Salinas, porque es buen
cavallero y porque le quiero bien y se lo devo; assí suplico a vuestra merçed
que por lo que le deve asimismo le haga merçed en lo que se le ofresca.
Terníssimamente me ha lastimado la muerte del señor don Diego de Castro,
porque era un ángel y por hermano del señor don Rodrigo de Castro, que ni en
Galiçia ni en Castilla ni en el mundo ay mejor cavallero, y sólo él basta a
honrrar nuestra naçión si en mi conçiençia; y para que sea disparate y
borrachera lo que diçe fray Bernardo de Brito -y mentira- y como tal, es bien
que el livro se recoja y se queme; y si no huviere quien lo pida, yo sólo lo
pidiré, que menos dixo el fiscal Juan Graçia de los viscaínos y se lo hiçieron
borrar. Pues ¿qué naçión en el mundo ha dado en su profeçión cavallero como el
comendador Andrés de Prada, secretario del Consejo de Estado de Su Majestad?
¿Qué virréis ha tenido Nápoles como los condes de Lemos, ni las Indias como el
conde de Monterrey? Oy servimos a Su Majestad tres embaxadores gallegos.
Gallego prendió al rey Françisco de Françia en Pavía: Alonso Pita da Veiga.
Gallego ganó a Córdova: Hernán Núñes de Temez, cuio nieto fue el Gran Capitán
Gonssalo Fernandes de Córdova. Y assí gallego ganó a Nápoles. Gallego conquistó
a Jaén: Men Rodrigues de Biesma, cuyo descendiente es el conde de Santistevan.
Gallegos conquistaron y ganaron el Andaluçía; y assí tienen oy en ella la
mayor parte sus desçendientes los Córdovas, Aguilares, Figueroas, Riberas,
Saabedras, Godoi, Sotomayor y otros muchos. Gallego ganó el reino de Murçia:
Pedro Gallego Faxardo, cuio nieto es hoy el marqués de los Beles. Gallego era
el adelantado don Diego Sarmiento, mi otavo abuelo, que sólo él osó deçir en el
Conssejo al rey don Pedro que hiçiesse vida con la reyna doña Blanca y dexasse
a doña María de Padilla, y quitasse de la governaçión del reyno a sus parientes
que le tiranizavan. Gallego era don Fernando de Castro, cuyos valerosos hechos son bien notorios, y
por ellos y su lealtad, aviendo muerto aquí, en Inglaterra el año de 1366, se
puso sobre su sepultura: "La lealtad de España y la honrra de
Galiçia". Gallego, señor de la casa de Figueroa, livertó a Castilla y a
León del infame tributo de las donçellas. Gallego fue Payo Gutierres, que ganó
la cidad de Lisboa a los moros; fue hijo de don Gutierre Páez, conde de la
Limia, en Galiçia, y fue a servir al rey don Alonço el Primero de Portugal, que
le dio en aquel reyno grandes estados y el apellido de Acuña, de que deçienden
tantos grandes señores y cavalleros en España. Gallegos son toda la nobleza y
conquistadores de Portugal y los que no deçienden de gallegos, deçienden de
moros, porque en aquellas comarcas no avía otras gentes; ni el conde don Henrrique
ni el rey don Alonço el Primer, su hijo, las llevaron de otras partes más que
de la parte de Entre Duero y Miño, que era Galiçia, y la apartó el rey don
Alonço el Sexto de Castilla para dársela, y todo la restante hazia el mediodía
era de moros. Y assí fray Bernardo de Brito o ha de provar que él diçiende del
conde don Heurrique el Primero de Portugal, que fue sólo, o <o escoger entre
los demás>. Gallegos y asturianos bençieron la batalla de Cobadonga, en que
murieron tantos millones de moros, sin aiuda de otra naçión, ni más camellos ni
elefantes, de los muchos que los moros trayan en oposición, que sólo la noble
sangre de los braços de nuestros passados. Gallego vençió la batalla de
Clavijo, siendo alférez mayor y capitán general del rey don Ramiro, Luis
Osorio, señor de Chantada, Cabrera y Ribera, a quien por esto se dio a
Astorga y el canonicato de León, y prometió Dios que viniesse a ser su soldado
y a pelear por él el apóstol Santiago visible y personalmente, mostrando con
este exemplo el agradeçimiento de la buena acogida, grandes dones y veneración
con que avía sido ressebido su sanctíssimo cuerpo en Galiçia. Y assí gallego es
también Santiago, soldado defenssor y patrón de las Españas. Gallegos fueron
elegidos, por sólo el valor de sus perssonas, para maestres y caudillos de las
órdenes militares de Sanctiago, Calatrava y Alcántara y para defender las
fronteras de los moros. Gallega es tanbién la orden y cavallería de Santiago y
assí gallegos son todos sus descendientes, pues su solar, su prinçipio y su
fundación fue en Galiçia, junto a Puertomarín, en el convento que se llama de
San Elogio, y por cavalleros gallegos, en defença y para acompañar a los
peregrinos ctristianos que venían a visitar el santo sepulcro del Apóstol,
haçiéndoles escolta con su personas y armas, edificándoles en los caminos,
hospitales y cassas para su ospedaje y regalo.
Este
assunto, este penssamiento, esta obra ¿qué naçión la ha echo? Pues oy se
conserva naturalmente en toda la nobleça de Galiçia este instituto de religión,
porque salen los cavalleros a recivir y buscar a los forasteros por los caminos
y los llevan a ospedar a sus cassas. Y después de averlos ospedado y regalado,
les piden perdón y quedan muy obligados y agradeçidos al forastero por la
comodidad y regalo que quiso reçivir en su casa. Noble sangre y noble ánimo es
fuerça quien agradeçe lo que da.
En todos
tiempos y en todas edades y siglos hallaremos gallegos governando y peleando en
serviçio de Dios y de sus reyes. Los últimos que se dieron al Imperio romano
fueron los gallegos, no por ser las últimas tierras, sino por ser las que con
más valor se defendieron. Y vese muy bien esto en que después fueron los
últimos que los desampararon, que es buena prueva de su constancia y fidilidad.
La Coruña perseveró en defenderse por la Corona Real contra el conde de
Benavente, aunque 1e mostró privilegio y donación en que el Rey se la dava y la
tuvo cercada con millares de gentes. Béasse en nuestros tiempos el poco efecto
que hiçieron las armadas inglesas el año de 85 en Vayona y el de 89 en La
Coruña, con tan poderosos exércitos, vatidas y aviertas sus murallas,
defendiendo estas fuerças tan poca gente, pero con tanto valor en la
resistencia, como lo mostraron los efectos asta las mugeres y monjas, porque
dio el Rey sueldo de soldado a María Pita; y un noble regidor de La Coruña, Basco
de Gaioso, demás de su mucho valor, se opuso animosamente a los que governavan
aquella fuerça y reyno, queriendo ellos salirse y rendirse, lo qual bastó para
que no se hiçiesse. Y también se sabe el daño que estas mismas armadas
retiradas, y viendo de Galiçia, hiçieron en otras partes de más numerossas
gentes y presidios. Léasse en tiempos paseados el çerco de Lugo y verásse qué
pocos gallegos defendieron la ciudad contra ynnumerables moros que la tenían
sitiada, sin aver quedado ia dentro qué comer, más que sólo un cordero. Y para
que viessen que les sobraba ganado y mantenimiento, hizo el governador arrojar
al cordero y volando por ensima de la muralla que aiudó a que los moros
lebantassen el çerco. Y porque en Galiçia se llamada el cordero “año”, los descendientes
deste cavallero se llaman de Bolaño y Ribadeneira, que era su antigo apellido.
Y del
antigo poder y noblesa de Galiçia es bastante muestra el ser poseído todo aquel
reyno de señores naturales, con sólo el verdadero derecho de las gentes y en
memorial y antiquíssima posseçión y suçessión de sus passados, sin otras cartas
executorias ni títulos ganados por derechos çiviles. Y assí en el blasón -como
quien primero escogió- tomó el mejor de todos, que es el Santíssimo Sacramento.
El convento de Montederrama puso pleito a Juan de Noboa, señor de Maçeda, por
ciertas tierras, diçiendo que eran comprhendidas en la conçesión de un
previlegio que tenía el monasterio; y viéndosse el pleito en la Chancellaría de
Valladolid, en tiempo del Emperador, halláronse a la vista en los estrados el
abad y Juan de Noboa, y dixo el abad al presidente que mandasse a Juan de Noboa
que mostrasse el título que tenía para aquellas tierras que poseía. El Juan de
Noboa le respondió con gran cólera: “Y eu qué título ey de mostrar mais que
averlas erdado de meu pay, e meu pay de meu avó, e meu avó de nossos
antepassados, que as posseeron desde que o mundo foi mundo; e vos em san Bernardo,
que era de França, e a puta que os paren ¿qué tendes que ver co a minha fazenda
per uns poucos de papés derroçadeiros que prezentáes?”
No se
hallará ni por tradissão ni por escritura que gallego ninguno aya sido traidor
a Dios ni a su señor, ni se ha visto gallego herege ni judaizante, ni matador
alevoso, ni pueblo rebelado. Pues ¿de qué naçión en el mundo se puede deçir
esto? ni ¿qué naçión conquistada sufre sin ofender a su lealtad ni aún con los
pensamientos y lo que sufre Galiçia?, que ha sido la conquistadora de lo que oy
possee la Monarquía de España, pues sobre aquel çimiento y de Asturias se
extendieron los reynos y se fueron ganando a los moros por Portugal y por León;
además de que esta cabeça conquistadora y matriz es governada en lo espiritual
y temporal por forasteros que lleban sus thesoros, sus trabajos y su sudor y
henrriquesen las otras tierras donde son naturales. Hasta las abadías de los
monasterios, que la devoçión, religión y grandeça de los cavalleros gallegos
fundaron y dotaron tan espléndidamente como se vee en las órdenes de san Benito
y san Bernardo y otros. Todo esto y los obispados, dignidades, audiencias,
corregimientos, commissiones y las adminestraçiones de las rentas reales lo
posseen y gozan forasteros, y los naturales están llenos de valor, de noblesa y
de sangre tan pura y limpia, siendo feudatarios de las naçiones y reinos que
an conquistado por su modestia y encogimiento en el pretender tan anejo y
proprio al valor y bondad.
Y sobre
todo lo que no sabemos que haga otra naçión del mundo es la noblesa de Galiçia,
pues todos los señores naturales sacan la sustançia de sus vassallos y su
patria para irlo a gastar en las estrañas en serviçio de Dios y de su Rey; de
que tomó origen el proverbio de “gallego trahedor”, y nosotros mismos por
donaire quitamos la “e” y ponemos la “i” algunas veçes, diciendo: "traidor".
Y assí otro portugués mejor
informado que fray Bernardo de Brito deçía que los gallegos tenían tanta honrra
y tan sobrada, que ellos mismos la arrastravan en las cosas de poca
importancia, haçiendo donaire de
algunos cuentos de si mismos.
Y el
marqués de Sarria, visabuelo del conde de Lemos, que oi es, pediéndole limosna
un pobre de Galiçia delante de muchos le respondió con mucho donaire: “Pues
eres gallego, ¿por qué no furtas?”. El pobre debía de tener también buen
gusto, y assí diçen que respondió: “Ja eu quixera, mais no acho geito”. Buena
prueva de la seguridad y confiança, hablar desta manera. Y haçiéndosse en su
presençia una comedia en que se fingía un traidor y deçía que era gallego,
llamó el marqués después al autor de la farça y le preguntó qué le avía movido
a dar aquel aijado a Galiçia. Respondióle que para la buena trassa de la
comedia avía convenido fingir aquellas traiçiones y que andando buscando naçión
que por su verdadera e inmaculada fidelidad menos se pudiesse sentir de aquello,
avía puesto a Galiçia.
Sanctos
ha dado Galiçia infinitos, y sólo san Rossendo bastava para honrrar muchos
reynos.
Personas
eminentes y señaladas en letras, aier vimos al cardenal Tavera, arçobispo de
Toledo, hijo de Arias Pardo, descendiente de la casa de Çela en Galiçia. Con el
mismo título y dignidad, poco después, al cardenal Quiroga, y en su mismo
tiempo, la prezidençia de Castilla a don Antonio de Pazos, sin más aiudas ni
favor que las de sus virtudes y merecimientos. El illustrísimo cardenal Sevilla
don Rodrigo de Castro, del ilustrísimo cardenal arçobispo de Sanctiago don
Pedro Sarmiento y lo que hiço en el conçilio de Trento don Diego Sammiento de
Sotomayor, obispo de Astorga, mi tío, hemmano de mi padre, y otros innumerables
varones que han sido maestros, que de cada uno se pudi haçer una larga
historia.
Ayer
vimos las obras de grandes jurisconsultos: don Françisco Sarmiento. En poessía,
las obras de don Garçía Sarmiento de Sotomayor, señor del estado de
Salbatierra, y las de Juan Rodrigues del Padrón, que exçeden en sutiles
conceptos y altos pensamientos a los Garçilaço, Buscanes, Camoes y Saas de
Miranda.
Y pues
los serviçios son tantos y tan notorios, bien será decir los aprovechamientos
de tantos conquistadores de las Indias, de tantas batallas vençidas por
gallegos en mar y tierra, y de tantos muertos en ella, de tantos grandes
prelados, de tantos maestros y comendadores; ¿qué acrecentamiento han dexado a
sus suçesores y herederos? No se hallará de treçientos años a esta parte quinientos
ducados de renta en ninguna casa de Galiçia, y si yo los acreçentare a la mía,
desde luego hago donaçión de al Rey nuestro señor.
Hagamos
de todas estas partes e serviçios un hombre y hallarémosla antiquíssimamente
noble, de clara y limpia sangre, sin ninguna mezcla de judío, moro ni
penitençiado, leal sin mancha, firme y religioso, católico y valeroso, savio y
prudente con eminençia, aprobado y experimentado en los maiores cargos y
ofiçios y más árduos negossios, y que en ellos ha puesto tantas veces y en
tantas ocasiones la vida, la salud y la hacienda por servicios de Dios, de su
Ley y de su Rey goveenando con modestia y templanza, y sobre todo tan sin
ynterés, que a cabo de tantos años de todos estos seruiçios se halló y con
menos haçienda que heredó. Y si no díganlo don Femando de Castro que murió
virrey de Nápoles, el mayor y más útil cargo que da el Rey en Europa, y el
conde de Monterey, don Gaspar, que murió virrey del Perú, el maior y más útil
cargo de las Indias.
Éstas son
las partes del gallego y el convatiente que nos dan sus naturales para honrra y
gloria de la Monarchía española. Veamos si ay otro reyno que pueda deçir de si
estas calidades. Fue Galiçia reyno y sus reyes tubieron este título primero que
ninguno otro de España, pues en tiempo de Santiago sabemos que reinava en
Galiçia la reina Loba.
He ido
diciendo a vuestra merçed aquí aprissa lo que se ha ido ofreçiendo. Tengo en
Valladolid todos mis libros y papeles, de que me atrebiera a sacar mayores
volúmines de heroicos y valerosos hechos, virtudes de solo los gallegos que de
todas las demás naçiones juntas. Y esta carta se ha ido haciendo más larga de
lo que yo penssé, con el gusto y hablar con vuestra merçed y con Galiçia, que
no es mucho con esto pasear la raya y en materia que se defiende obligaçión con
razón. Quien no passa la raya, no cumple con su obligaçión.
Guárdeme
Dios a vuestra merçed como deseo.
Londres,
27 de henero de 1614.
MANSO PORTO, C.: Don Diego Sarmiento de Acuña (1567-1626). Erudito, mecenas y bibliófilo.
Xunta de Galicia, 1996, pp.184-188.
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